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viernes, 11 de mayo de 2012

El misterioso visitante bajo la lluvia





Hola mis chic@s, os cuento de qué va hoy la cosa: hace tiempo propuse un juego en facebook de esos raros que se me ocurren, la idea era que me dijerais una palabra cada uno, y con ellas yo haría una pequeña historia que las juntara todas, además también dejé que me indicaseis un género, el elegido por mayoría fue el “suspense”.
Aquí os dejo las palabras seleccionadas: Vampiros, Levitar, Ceguera, Embadurnarse, Tentar, Misteriosa, Callejón, Tempestad, Selene, Encimera, Caleidoscopio, Guitarra, Chocolate, Intensidad, Labios, Congrio.
La verdad es que no sé si el texto merece o no la pena, pero me lo he pasado bien con el juego, ha sido cuanto menos interesante.
Un besote enorme y muchas gracias a todos los que participaron en mi nueva locura, y otro enorme a los sufridores que ahora leeréis el resultado jajajaja

Y aquí mi pequeño relato, titulado:





El misterioso visitante bajo la lluvia



La noche anterior había sido tranquila, acompañada de esa brisa que arrulla para conciliar el sueño, pero conforme pasaba el día la cara del cielo tornaba cada vez más seria.
La tempestad despertó a mi pobre Biscuit, un terrier de pelaje oscuro como el chocolate más negro. Vino hacia la cama en carrera rápida y conocedor de que si subía a ella obtendría una gran reprimenda, sus patitas delanteras empezaron a rasgar con intensidad los bajos de la bordada colcha de ganchillo.
Acurrucado a un costado de mis piernas, el pobre perrillo gemía por el miedo que le daban las tormentas, lo que me aseguraba una noche larga y en vela. Decidí en aquellos momentos que quizás con un poco de música nos calmaríamos tanto él como yo, y agarrando mi vieja guitarra, empecé a tocar una melodía suave y tranquilizadora. Las notas musicales llenaban la estancia, acompañadas por el aporreo de la lluvia contra el cristal de la ventana.
En esos momentos de paz conmigo misma, el ruido de un golpe seco me sobresaltó, provenía de la cocina. Como estábamos los dos únicos habitantes de la casa en la cama metidos, me asusté y puse en guardia.
Al bajar por las escaleras, armada con un candelabro soldado fuertemente a las manos, sentí un nuevo estruendo, como si alguien estuviese tirando de la encimera de la cocina mi bajilla, haciendo estrellarse los platos contra el suelo de loza.
Una misteriosa silueta me daba la espalda, el cuerpo de un hombre alto y de pelo claro estaba frente a mí. Ahogué el grito que quiso salir de entre mis labios, pero supongo que notó mi presencia, puesto que volvió la cabeza en mi dirección.
No podía moverme del sitio, ni siquiera era capaz de quitar la vista de aquellos ojos de extraño color rojo que me miraban con intensidad, llenos de destellos inhumanos, formas inverosímiles, como si contemplaras el interior de un caleidoscopio que gira y gira sin control.
Una siniestra sonrisa adornó sus facciones, dejando a la vista unos colmillos largos y afilados, recordándome de inmediato las películas de vampiros que tanto me gustaban.
El escalofrío que traspasó mi columna casi me hizo doblar las rodillas para caer de bruces contra el suelo.
Perdida y confusa, sentí una inexplicable la necesidad de tentar aquellos músculos que poseía mi inesperado visitante, hasta que al bajar la mirada me di cuenta de que estaba levitando a unos quince centímetros del suelo.
Una luz intensa empezó a desprenderse del cuerpo de aquel terrorífico ser, era tal la ceguera, que tuve que sujetarme al marco de la puerta para no perder el equilibrio, mientras que mi garganta daba fuerte gritos pidiendo auxilio.
Los ladridos de mi pequeño perro fueron los que terminaron acallando mis voces, al tiempo que la intensidad de aquella claridad perdía fuerza.
Asustada contemplé que Biscuit se había encaramado a una de las piernas del desconocido; como si se tratara de un congrio, enroscaba sus patitas a la pantorrilla y mordía con fuerza al intruso de ojos diabólicos.
De una patada, el susodicho se deshizo de mi mascota, estampándolo contra la puerta del frigorífico y dejándolo inconsciente.
La rabia que emanó de mi pecho al ver aquello me dio la valentía y fuerza necesaria para atacarlo, lanzándome sobre él con el candelabro en alto para asestarle un certero y fuerte golpe en la cabeza. Error. Aquel ser, esquivó mi ataque y me agarró del cuello con una sola mano, presionando con violencia hasta que inevitablemente solté mi única arma defensiva.
Embadurnándose las manos con la crema de fresas que había hecho para la cena, me restregó los dedos por parte de la cara, metiendo dos de ellos en mi boca. Sobre la lengua sentía sus largas uñas afiladas, el sabor dulzón del postre y la repulsión que me causaba lo extraño del suceso.
Sacó su mano de mi boca y sonriendo con picardía me plató un beso voraz sobre mis labios finos y apretados, intentando por todos los medios que no incursionara con su lengua dentro de mi boca.
Fue inútil, rindiéndome ante su titánica fuerza, dejé que su beso avanzara hasta convertirse en algo obsceno y ofensivo.
Aquel hombre me elevó del suelo y rodeó con los brazos mi cintura, obligándome a sujetarme con fuerza de sus hombros al notar bajo los pies la altura que habíamos alcanzado.  
Sentí un intenso pinchazo en la lengua, el muy desgraciado me había mordido sin delicadeza, mezclando el delicioso sabor de su boca y el de las fresas, con la sangre que ahora desprendía mi lengua. Succionó con fuerza de ella, mientras una de sus manos se introducía violenta entre mis piernas, palpando con acierto el punto más sensible, convirtiendo aquella tortura en algo aún más tenebroso y sucio.
Dejó por un momento aquel beso asesino y comenzó a lamer mi cuello, notaba como su áspera lengua me saboreaba, sentía como su aliento se convertía en fuego al chocar contra la fina piel de aquella zona.  
No sé cuándo paró la carnicería, ni en qué momento todo dejó de tener sentido, lo que sí recuerdo es verlo partir por el angosto callejón frente a mi casa, mojándose bajo la copiosa lluvia, mientras yo intentaba hacer reaccionar a mi pobre perrillo inconsciente.
En mi mente solo había unas palabras, una frase que se repetía hasta la saciedad: “Selene, esperemos que esta noche se vuelva a repetir, ya que jamás has sentido placer igual en toda tu aburrida vida”.

4 comentarios:

Noelplebeyo dijo...

estos juegos cortan el hilo....de la noche

Javier Muñiz dijo...

Hola guapa.....bello texto....falta una palabra...Bella...es tu mejor definición..
Gracias guapa, buen día, besos afines..

Anónimo dijo...

Como me he quedado, como siempre sin palabras, citaré a ese gran crítico literario, y experto dominador de la lengua de CERVANTES que es JESULÍN DE UBRIQUE, simplemente, pare decir: "En dos palabras: IM PRESIONANTE"

Rosa de los Santos dijo...

Tu eres narradora nata ... felicidades y besosss