Hola mis chic@s, os cuento de qué va hoy la cosa: hace
tiempo propuse un juego en facebook de esos raros que se me ocurren, la idea
era que me dijerais una palabra cada uno, y con ellas yo haría una pequeña
historia que las juntara todas, además también dejé que me indicaseis un
género, el elegido por mayoría fue el “suspense”.
Aquí os dejo las palabras seleccionadas: Vampiros, Levitar,
Ceguera, Embadurnarse, Tentar, Misteriosa, Callejón, Tempestad, Selene,
Encimera, Caleidoscopio, Guitarra, Chocolate,
Intensidad, Labios, Congrio.
La verdad es que no sé si el texto merece o no la pena, pero
me lo he pasado bien con el juego, ha sido cuanto menos interesante.
Un besote enorme y muchas gracias a todos los que
participaron en mi nueva locura, y otro enorme a los sufridores que ahora
leeréis el resultado jajajaja
Y aquí mi pequeño relato, titulado:
El misterioso visitante bajo la lluvia
La noche anterior había sido tranquila, acompañada de esa
brisa que arrulla para conciliar el sueño, pero conforme pasaba el día la cara
del cielo tornaba cada vez más seria.
La tempestad despertó
a mi pobre Biscuit, un terrier de pelaje oscuro como el chocolate más negro. Vino
hacia la cama en carrera rápida y conocedor de que si subía a ella obtendría
una gran reprimenda, sus patitas delanteras empezaron a rasgar con intensidad los
bajos de la bordada colcha de ganchillo.
Acurrucado a un costado de mis piernas, el pobre perrillo
gemía por el miedo que le daban las tormentas, lo que me aseguraba una noche
larga y en vela. Decidí en aquellos momentos que quizás con un poco de música nos
calmaríamos tanto él como yo, y agarrando mi vieja guitarra,
empecé a tocar una melodía suave y tranquilizadora. Las notas musicales
llenaban la estancia, acompañadas por el aporreo de la lluvia contra el cristal
de la ventana.
En esos momentos de paz conmigo misma, el ruido de un golpe
seco me sobresaltó, provenía de la cocina. Como estábamos los dos únicos habitantes
de la casa en la cama metidos, me asusté y puse en guardia.
Al bajar por las escaleras, armada con un candelabro soldado
fuertemente a las manos, sentí un nuevo estruendo, como si alguien estuviese
tirando de la encimera
de la cocina mi bajilla, haciendo estrellarse los platos contra el suelo de
loza.
Una misteriosa silueta me daba la espalda, el
cuerpo de un hombre alto y de pelo claro estaba frente a mí. Ahogué el grito
que quiso salir de entre mis labios, pero supongo que notó mi presencia, puesto
que volvió la cabeza en mi dirección.
No podía moverme del sitio, ni siquiera era capaz de quitar
la vista de aquellos ojos de extraño color rojo que me miraban con intensidad,
llenos de destellos inhumanos, formas inverosímiles, como si contemplaras el
interior de un caleidoscopio que gira y gira sin control.
Una siniestra sonrisa adornó sus facciones, dejando a la
vista unos colmillos largos y afilados, recordándome de inmediato las películas
de vampiros
que tanto me gustaban.
El escalofrío que traspasó mi columna casi me hizo doblar
las rodillas para caer de bruces contra el suelo.
Perdida y confusa, sentí una inexplicable la necesidad de tentar
aquellos músculos que poseía mi inesperado visitante, hasta que al bajar la
mirada me di cuenta de que estaba levitando a unos quince centímetros del
suelo.
Una luz intensa empezó a desprenderse del cuerpo de aquel terrorífico
ser, era tal la ceguera, que tuve que sujetarme al marco de
la puerta para no perder el equilibrio, mientras que mi garganta daba fuerte
gritos pidiendo auxilio.
Los ladridos de mi pequeño perro fueron los que terminaron
acallando mis voces, al tiempo que la intensidad de aquella claridad perdía fuerza.
Asustada contemplé que Biscuit se había encaramado a una de
las piernas del desconocido; como si se tratara de un congrio, enroscaba sus
patitas a la pantorrilla y mordía con fuerza al intruso de ojos diabólicos.
De una patada, el susodicho se deshizo de mi mascota, estampándolo
contra la puerta del frigorífico y dejándolo inconsciente.
La rabia que emanó de mi pecho al ver aquello me dio la valentía
y fuerza necesaria para atacarlo, lanzándome sobre él con el candelabro en alto
para asestarle un certero y fuerte golpe en la cabeza. Error. Aquel ser,
esquivó mi ataque y me agarró del cuello con una sola mano, presionando con
violencia hasta que inevitablemente solté mi única arma defensiva.
Embadurnándose las
manos con la crema de fresas que había hecho para la cena, me restregó los
dedos por parte de la cara, metiendo dos de ellos en mi boca. Sobre la lengua sentía
sus largas uñas afiladas, el sabor dulzón del postre y la repulsión que me
causaba lo extraño del suceso.
Sacó su mano de mi boca y sonriendo con picardía me plató un
beso voraz sobre mis labios finos y apretados, intentando por todos los medios que
no incursionara con su lengua dentro de mi boca.
Fue inútil, rindiéndome ante su titánica fuerza, dejé que su
beso avanzara hasta convertirse en algo obsceno y ofensivo.
Aquel hombre me elevó del suelo y rodeó con los brazos mi
cintura, obligándome a sujetarme con fuerza de sus hombros al notar bajo los
pies la altura que habíamos alcanzado.
Sentí un intenso pinchazo en la lengua, el muy desgraciado
me había mordido sin delicadeza, mezclando el delicioso sabor de su boca y el
de las fresas, con la sangre que ahora desprendía mi lengua. Succionó con
fuerza de ella, mientras una de sus manos se introducía violenta entre mis
piernas, palpando con acierto el punto más sensible, convirtiendo aquella
tortura en algo aún más tenebroso y sucio.
Dejó por un momento aquel beso asesino y comenzó a lamer mi
cuello, notaba como su áspera lengua me saboreaba, sentía como su aliento se
convertía en fuego al chocar contra la fina piel de aquella zona.
No sé cuándo paró la carnicería, ni en qué momento todo dejó
de tener sentido, lo que sí recuerdo es verlo partir por el angosto callejón
frente a mi casa, mojándose bajo la copiosa lluvia, mientras yo intentaba hacer
reaccionar a mi pobre perrillo inconsciente.
En mi mente solo había unas palabras, una frase que se
repetía hasta la saciedad: “Selene, esperemos que esta noche se vuelva a
repetir, ya que jamás has sentido placer igual en toda tu aburrida vida”.
4 comentarios:
estos juegos cortan el hilo....de la noche
Hola guapa.....bello texto....falta una palabra...Bella...es tu mejor definición..
Gracias guapa, buen día, besos afines..
Como me he quedado, como siempre sin palabras, citaré a ese gran crítico literario, y experto dominador de la lengua de CERVANTES que es JESULÍN DE UBRIQUE, simplemente, pare decir: "En dos palabras: IM PRESIONANTE"
Tu eres narradora nata ... felicidades y besosss
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