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Ahora a leer y disfrutar
Muchos besos
The son of rage and love (Luna Rodríguez)
¿Por que nadie había podido despertarme a tiempo? Ya no había oportunidad de hacerlo, ya lo había hecho, había cambiado mi preciado sueño por una pesadilla.
Traté de reconfortarme en el hecho de que estaba ebrio, y ella se lo merecía. Pero no pude.
Matar a alguien no significaba nada, bueno, así lo había creído hasta el momento, tal vez por que jamás lo había hecho. Nunca hubiese imaginado que se sintiese tan horrible, pero a la vez, tan reconfortante; tener la vida de alguien mas era algo increíble, la sangre, las suplicas... pero cuando terminas de clavar el cuchillo, y sabes que ya no tendrá posibilidad, la historia da un vuelvo de 360°, ya no es tan increíble, ya nada es increíble, de pronto ves tus manos llenas de sangre, sangre que no es tuya, y miras hacia abajo para ver aquella persona tomado su ultimo aliento de vida.
Quizá no debí hacerlo, porque, después de todo ella me había dado la vida, pero... sí, yo tenia razón, se lo merecía, incluso le había hecho un gran favor, pero no podía dejar de sentirme mal por ello.
Corrí al lavado y quité toda la sangre de mis manos, no aliviaba mucho, pero me hacia sentir menos «sucio». Cambié mis ropas en un parpadeó y quemé las que había traído puestas. Miré por última vez aquel cuerpo ensangrentado y salí corriendo hasta mi auto. Por lo menos lo había hecho parecer un suicidio.
Aceleré a todo lo que daba, que en realidad no era mucho, y me aventuré hasta la autopista. No sabia por que esa sonrisa no se borraba de mi rostro, estaba muerto de pánico, pero aquella no era una sonrisa nerviosa, lo sabia. Esquivé los retenes de policía como si ellos supiesen lo que había hecho, y dejé el auto en medio de la vía, no sin antes arrancar las placas con unas herramientas, me aseguré de que no hubiese ni un sólo papel que pudiese delatarme, y desde allí, corrí como alma que lleva el diablo hasta la próxima ciudad, donde nadie me conocía.
Sabía que la única parte donde podía dormir sin que llamaran a la policía era en los barrios bajos. No tenía mucho dinero, tan sólo unos dólares, por lo que no me alcanzaba para una habitación, tan solo para un poco de comida. Pero, las cosas no tardaron en cambiar.
Allí donde se escondían todos los vendedores ilegales, debajo de aquella ruta llena de grafitis y drogos, encontré a aquellas personas que por mucho se convertirían en mis fuentes de dinero. Eran tres chicos, demasiado drogados como para tener conciencia de algo. Nadie se metía con ellos, jamás supe porque, el caso era que si quería sobrevivir en la maldita jungla callejera, debía hacerme amigo de ellos.
No seria fácil ser su amigo si seguía siendo quien era, un adicto asustadizo que lo único que había hecho en su vida era sentarse frente al televisor y experimentar con algunas drogas. Aquello fue lo que me incitó a cambiar, otro giro radical en mi vida, entonces Alex murió para darle paso a Nick un maldito insubordinado, hijo de las calles y de una pistola, criado por una zorra y los medios alternativos. Nick superaba a Alex en muchos aspectos, muchos que al parecer le encantaron a la gente de la calle.
Entonces fue un robo tras otro, cada vez menos infantiles y mejor planeados. Yo, bueno, Nick era el cerebro de las operaciones. Golpe tras golpe, lo adoraban mas. No tenia miedo de nada ni de nadie, le importaba poco lo que pasara con él, si lo detenían, si lo mataban... todo eso le tenia sin cuidado. Poco a poco me gané el respeto de la gente de allí, cruzarse en mi camino era el sinónimo perfecto de suicidio. Por que ahora ya no mataba para conseguir dinero solamente como lo hacia antes, también mataba por diversión.
Alex sabia que aquello estaba muy mal, pero Nick lo mandaba al diablo cada vez que aquella vocecita aparecía en su cabeza diciendo que no debía hacer esto o aquello. Y así fue como no sólo conseguí ser el sicario mejor pagado, sino que también consagré aquel territorio como mío y de mi nuevo negocio y el de «mi amigos». Ahora abarcábamos también el negocio de las drogas y hay de aquel vendedor que se atreviera a entrar en nuestro territorio...
Las cosas salían bien, pero en la noche era otro cuento. Después de las constantes fiestas que se realizaban en las casas aledañas, cuando estaba ebrio y muchas veces drogado, descansaba mi cabeza en la almohada y podía comenzar a oír a Alex, él que había temido cuando había enterrado el cuchillo en su propia madre, él que por mas adicto y perdido que estuviese, conocía la diferencia entre lo bueno y lo malo. Él me hacia ver las cosas diferentes a como las veía cuando era Nick, y cuando dormía Nick era el que estaba atado de pies y manos obligado a escuchar a Alex. Él decía que no estaba bien nada de lo que hacia, ya había robado antes pero jamás los lugares que Nick robaba, ya había matado antes pero no de la forma tortuosa que Nick mataba. Las cosas para Alex se salían de control y entonces me sentía perdido y vacío de nuevo, no había salida para mí en las noches, aquella sensación de culpabilidad se apoderaba de mí y cada vez que Alex mostraba aquellas imágenes llenas de muerte y desolación, no podía evitar sentirme como el maldito que era. Pero la mañana siempre llegaba y con ella aparecía Nick.
Volvía a ser el mismo criminal impredecible que siempre era y Alex era quien tenía que esconderse en aquel recóndito lugar de mi mente.
Las cosas para Nick salían muy bien, hasta el día en que le encargaron matar a aquella mujer. No entendía por que querían pagar tanto para acabar con una simple chica, pero aun así aceptó, jamás le habían pagado tanto por algo.
Investigué atentamente a la chica. No tenía más de 17 años y no parecía un verdadero problema. Era una simple chica que lo único que hacia era entrar a su casa, prepararle la cena a su padre y salir a trabajar. Seguía sin entender por que querían matarla, pero aun así lo haría, y sabia que el mejor momento para hacerlo seria el viernes, cuando trabajaba hasta tarde en la cafetería.
Le dije a los chicos que no me acompañasen esta vez, quería hacer aquello solo. Podía ser un asesino, un ladrón, un drogadicto y la pesadilla de la ciudad, pero hacer con la chica lo que ellos querían hacer... no me rebajaría tanto como para violarla. Me limitaría a abordarla en el camino, llevarla hasta el muelle y hacerlo parecer un accidente, como me lo habían pedido.
Al fin llegó en viernes. Me apresuré a la cafetería un poco antes de que terminara su turno. Me senté en una de las mesas de atrás, donde ninguna camarera me vería y acercaría a preguntarme que deseaba. Esperé a que saliera para salir yo también. La seguí por las calles cercanas hasta que encontré el sitio perfecto para abordarla, uno sin testigos. Estaba aterrada, completamente aterrada, llegó a gritar una vez, justo antes de que le tapara la boca con mi mano y la arrastrara directo al muelle.
Saqué el arma de mi cinturón y le apunté con ella. Mi accidente se basaría en arrojarla al mar, atándole algo de peso en las piernas para que no flotase, así desaparecería definitivamente. Ella me miró con ojos suplicantes, aquellos hermosos y brillantes ojos azules, no podía hacerle daño a esos ojos. Alex gritó que bajase el arma y así lo hice, dijo que me acercara y la calmara y así lo hice, diciéndole que me había equivocado de chica. Ella no podía estar tranquila con Nick, así que dejé que Alex hablara, calmándola.
Por suerte se tranquilizó, Alex sabia hacerla sentir bien, a diferencia de Nick, pero... ella suponía que mi nombre era Nick, aunque Alex fuese el que hablara, no podía decirle que era Alex cuando en aquella ciudad era Nick. Ya había escuchado hablar de mí y también me tenía miedo como el resto de las buenas y malas personas de la ciudad. Por suerte supe ganarme la confianza de aquellos hermosos ojos azules.
No sabía si era Alex o Nick quien estaba completamente loco por ella. El caso es que me desvivía por ella, estuviese en el papel de quien estuviese. Los reproches de Alex en la noche estaban disminuyendo y Nick ahora no era tan maldito como antes.
Pero aun así, sabía que en el fondo ella no confiaba del todo en mí, aunque intentaba dejar salir a Alex el mayor tiempo posible. Algo en sus miradas inquisitivas, en sus silencios repentinos y aquellas veces que parecía alejarse de mi, me hacían confirmar cada vez mas aquella idea, pero intentaba no pensar en ello ya que estar con ella me hacia feliz.
Y entonces surgió el gran golpe. Jamás me habían ofrecido tanto dinero por matar a alguien, así que acepté de inmediato, encerré a Alex donde solía encerrarlo y me fui directo a hacer mi trabajo, que en realidad resultó ser más fácil de lo que esperaba. Un simple secuestro y disparar el arma, volarle los sesos. Recogí mi dinero cuando quedó comprobada la efectividad de mi trabajo y corrí a casa muriéndome de ganas por verla.
La busqué en cada rincón en el que creí que podría estar; busque cada cosa que me asegurara de que aquella felicidad había sido real; busqué algo que pudiese asegurarme que aquellos hermosos ojos azules habían sido un poco mas que una simple fantasía. Pero lo único que pude encontrar fue aquel rasgado papel sobre la mesa.
«No puedo tomar este lugar que estoy dejando atrás»
El mundo cayó a mis pies. Lo reconsideré por un momento y me di cuanta de los motivos. ¿Quien no le tenia miedo a Nick? ¿Quien en su sano juicio estaría cerca del criminal más maldito del estado? Entonces Nick se dio cuenta de que Alex había tenido razón todo el tiempo, pero ya era demasiado tarde para darse cuenta de ello.
Miré mis ropas ensangrentadas y corrí hasta mi auto. Debía acabar con esto ahora mismo, aunque ya había hecho lo que había hecho y no podía enmelarlo. Nick había matado, había robado, había vendido drogas por montones, quizá era una buena hora para retirarse.
Alex se alzó victorioso sobre Nick, pero su sentido común no estaba del todo bien. Había ganado, había demostrado que ganarse el respeto de una ciudad que no conocía no valía la pena... pero había perdido lo que mas amaba en el mundo.
Corrí hasta el muelle. Mi lugar favorito para un asesinato. Observé aquellas manchas de sangre que habían quedado por allí, una tras otra las observé, limitándome a recordar los gritos fallidos de Alex y la felicidad fortuita de Nick. Recordé cada persona que había pasado por mis manos, cada palabra de reproche de Alex en la noche, cada sonrisa de Nick al recibir su paga por un trabajo bien hecho.
Me senté en el suelo y observé el mar que se extendía frente a mí, como aquellos hermosos ojos que me habían cautivado desde el primer momento que los había visto. Acaricie mi arma sin despegar los ojos del mar y mi recuerdo, y después... cerré los ojos.
8 comentarios:
Muy bueno tu relato. El bien y el mal en un mismo envase y como siempre el malo golpea primero.
Saludos
Una cosa excelente. Desde el principio sabemos lo que ha sucedido, y aun así el resto del relato cnserva intrig y fuerza. El final me gusta mucho también.
Enhorabuena a la autora :)
Muy bueno me encnato el final
ohhh hermoso relatoo!!!! me hubiese encantando participar, pero llegue tarde u.u pero igual aqui toy jajaja
Te quiero Irene!!!!!!!!!!1
Me gustó :)
En este relato, titulado “THE SON OF RAGE AND LOVE”, su autora LUNA RODRÍGUEZ nos muestra a ALEX un personaje complejo que evoluciona hasta convertirse en un sicario y en un asesino a sueldo...
Su alter ego –si he entendido bien el relato- NICK mantiene el punto de cordura y de conciencia en una espiral de violencia, sangre y asesinatos sin sentido que tardará poco en engullir a todos los personajes de la historia, no sólo a ALEX sino a todos los que se acercan a él, especialmente un incipiente amor, que también sucumbe axfisiado por la violencia que todo lo envuelve y todo lo atrapa... Un final previsible aunque no por ello menos tremendo: Quizás la consecuencia lógica e irracional del que ya no controla la racionalidad de sus actos.
La reseña de este relato con foto y demás relatos en:
http://homografiagay.blogspot.com/p/comic.html
Ame este relato C:
Inmaculada puesta en escena de las dos caras que todos y cada uno de nosotros llevamos en nuestro interior, porque todos tenemos nuestro Alex y Nick interior.
Muy bueno el relato!!
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