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Ahora a leer y disfrutar
Muchos besos
Condena de Luna, El Gran Lobo (Karol Scandiu)
Desde aquella posición podía observarlo todo.
El cielo angulado sobre su cabeza, las estrellas mortecinas tras una gruesa y grisácea capa de nubes tormentosas, las luces de la ciudad lejanas y cegadores a la par.
Todo era soledad y vacío.
Alexander se movió lo suficiente como para deshacerse del abrazo de la muchacha que tenía a su lado. La cercanía le quemaba la piel, hacía que todo su cuerpo se notara sucio y le recordaba lo vil que era.
El Fenrir se sentó lentamente mientras evitaba mirar hacia su propio cuerpo desnudo. La luz de la luna creciente presagiaba lo peor en él, le recordaba que pronto perdería el poco control que le quedaba sobre su lado oscuro y que, inevitablemente, la situación en la cual se encontraba, era la única manera de que llegado el momento su furia pudiera contenerse, en cuanto que su conciencia fuera tomada por su verdadera forma.
Miró fugazmente a su lado. La muchacha, sin nombre o apellidos, haciendo más llevaderas las pesadillas que le acompañarían el resto de su vida, yacía de costado. Se podría pensar que dormía plácidamente; su rostro apenas se veía mortecino, sus parpados sellados para siempre y su ondulada melena cubriendo sus senos. Aun que Alexander no la había elegido por su belleza o rasgos físicos. Su aroma a frutos secos había sido el detonante. El almizcla que delataba que ella estaba en su periodo fértil, el que acusaba que podía engendrar.
Alex escuchó las risas que provenían desde la casa que quedaba a los pies de la colina. No pudo evitar sonreír en cuanto las imaginó viendo alguna estúpida película de hombres lobo. Siempre lo hacía.
Se reía cuando oía a alguien mentar a las fantasiosas y mal echas metamorfosis televisas, en donde un humano que había sido mordido por un lobo o bien había sido victima de una maldición, vivía su vida normalmente hasta que la luna llena le hacía cambiar.
¡Malditos imbéciles! No serían capaces de contemplar la verdad naturaleza tras el mito. Su especie, los Fenrir, no eran ni de lejos como los “hombre-lobos-actores-buenorros” lo enseñaban.
No. Eran monstruos más antiguos de los mismísimos dioses, que habitaban la tierra antes incluso que el infierno se llamara como tal.
Quedaban pocos como él. La mayoría moría al llegar el momento del cambio. No era algo que se contagiara, estaba en sus genes, más precisamente, en los genes de un macho que copulaba con una hembra humana. No habían hembras en su raza, no desde hacía mucho tiempo.
Alexander había vivido en tantos lugares, tantas millas separados los unos de los otros, que ya ni siquiera se acordaba de la mayoría.
“El Gran Lobo”, así los llamaron los dioses en cuanto que supieron de la existencia de sus antepasados, eran animales que carecían de otra forma que no fuera la de una bestia de más de metro noventa de altura por casi la misma extensión a lo ancho.
Los Fenrir vagaban por la primera tierra, ocultos en la noche, saliendo tan solo para alimentarse de otros animales más débiles, lo que significa que lo hacían de todas las demás especies existentes, hasta que uno de ellos, llevó la perdición a su raza.
Se llamada Baldorff, y era el líder del clan más poderoso que había en aquel entonces. Hasta que se enamoró perdidamente de una de las Valquirías.
Ellas, hijas de Odín, eran las vírgenes guerreras y servían a los humanos en nombre de su padre.
Cuando Baldorff conoció a Eniayn, no sabía que había sido despojada de su don de sanar, ni que, lo había recibido como castigo por su lujuria y pasión hacía un humano. Herida y repudiada por los suyos, sedujo al “Gran Lobo”, haciendo de este su protector y acólito, mientras a cada día permitía crecer un vinculo entre ellos, uno lo suficientemente fuerte, como para que él rompiera también sus reglas... por ella.
Los Fenrir eran bestias desalmadas, pero hacía mucho habían pactado con los Vanir, dioses supremos y de mayor adoración de los humanos, que no volverían a derramar sangre de la raza humana con la condición de permitirles a las Bestias cazar sin discriminación por las tierras, sagradas o no, alimentándose de todos los animales que ahí hubiesen.
Los dioses que adoraban a los humanos casi tanto como ellos a sus creadores, no dudaron en pactar, aun que, dejando claro, que si dicho pacto se rompía, el castigo para los Fenrir sería inimaginable.
Cuando la Valquiria creyó que ya no había riesgo de ser descubierta y podía buscar al humano que la había echo perder la cabeza y cordura, se encontró con que él yacía con una mujer, una humana, a la cual había desposado y junto a ella, engendrado su descendencia.
Tomada por el odio, Eniayn convenció al Gran Lobo que cobrara su vendetta, engañando a la Bestia, llenado su mente y oídos de injurias y calumnias, haciéndolo creer que el humano la había mancillado y por su culpa había sido repudiada por los dioses.
La Bestia la quería sobre todas las cosas, incluso, sobre su propia raza. Como venganza, atacó y mató a la mujer cuyo alma y corazón pertenecían al humano, matando también al hijo que esta llevaba en su vientre.
Enfurecidos y tomados por una cólera pecaminosa incluso para su deidad, los Vanir hicieron acopio de su acuerdo, y su represalia... ha sido el final de la era de los Grandes Lobos.
Como castigo por haber matado a la humana, los Fenrir vivirían sobre la tierra eternamente en forma humana, permaneciendo en este estado durante cuatro ciclos lunares, dejando libres a la Bestia cuando la luna completa estuviera en lo más alto. Todas las hembras de su especie fueron aniquiladas, y los machos, condenados a engendrar solo a varones como castigo por el hijo non nato asesinado.
Alexander escuchó esta historia pasar de generación en generación, lo hizo cuando pasó por su primer cambio, y lo mismo ocurría con todos los que eran como él. Para entonces, como guiados por una unión invisible, los machos acudían a sus crías y les apremiaban con el don de saber qué eran, y que nada podría evitar su destino.
Ya no había caza o carne que les alimentara, solo había sed y hambre, una guiada hacia las mujeres que estuviesen en su periodo fecundo, para con ello, terminar el ciclo vital que su antepasado había destruido.
Por ello Alexander las mataba. Obtener de su cuerpo y sexo toda la fuerza vital que necesitaba, también implicaba que nueve meses después una semilla suya estaría en este mundo. Un nuevo ser brutal, una nueva bestia que seguiría con el ciclo, luego sus hijos, y después los hijos de estos.
Alexander no soportaba la idea de vivir con ello. Las humanas sufrirían las consecuencias, tarde o temprano; cuando el Fenrir alcanzara el cambio tendría que matarla, era su primer acto de compasión y de auto preservación: matar a su propia madre humana.
¿Acaso no estaba entonces solo adelantando los acontecimientos? Además, lo hacía antes de que uno más como él pudiera venir a este mundo, ¿no era ese un acto de misericordia hacia la raza humana? ¿no era pues, el bien habitando dentro del mal más antiguo? Él sabía que no. Conocía la respuesta, pero también sabía que no había otra manera de hacerlo. No traería a este mundo más seres como él, no les guiaría ni recibiría el llamado cuando estuviesen listos para su cambio, ni les contaría lo que eran, como lo había echo su padre en su momento, menos aun, permitiría que matasen a su propia madre.
Él lo había echo. Los ojos de Anabella eran su mayor pesadilla; aun veía las verdosas retinas y las pupilas dilatadas como dos grandes agujeros negros, mirándole a los ojos mientras exhalaba su último aliento y de sus labios sus últimas palabras sonaban eliminando el último vestigio de humanidad en él. “¿Por qué?”, fue lo ultimo que dijo su amorosa madre, y no, no pensaba permitir que eso volviera a ocurrir.
Mataba a las humanas, pero lo hacía porque no había otra manera de sobrevivir. El suicidio había sido una idea que le había acompañado durante siglos, pero tras varios intentos inútiles, Alexander descubrió que no había tal opción, que siempre volvería. Tarde o temprano, su cuerpo reviviría, y lo haría cuando la luna despertara a la Bestia, y lo único que conseguiría entonces, era despertarse a la mañana siguiente rodeado de cuerpos sin vida y sangre.
Alexander eligió el control. Sobre todo.
Eligió un bien inexistente y prohibido para él, sobre la maldad que eran su sino y sangre.
Escogía sus hembras cuando ya no podía tolerar la necesidad de su cuerpo, cuando ya el dolor le cegaba. Usaba sus cuerpos, el sexo como parte de la condena de su raza.
Puede que los Vanir hubiesen sabido que los Grandes Lobos podían negarse a su cometido, por ello la única manera de sobrevivir era esa: poseer a una mujer como lo haría un amante era lo único que apaciguaba su hambre.
Lo hacía, no podía huir de ello, pero luego, las mataba. Indolora y rápidamente, sus cuellos se partían con un tenue chasquido, el único sonido a millas, para después entregarlas a los suyos, abandonándolas en hospitales o en sus hogares, para que así pudiese dar sepultura a su cuerpo.
Él sabía que eso no le eximía de su culpa o monstruosidad. No negaba lo que era; un monstruo, una Bestia, uno de los pocos Fenrir, uno que no podía huir de su destino ni tan poco destruirse a si mismo. Lo único que temía Alexander seguía siendo a los Vanir. Los dioses pueden que no fuesen conocedores de cómo él burlaba su propio destino, pero temía que algún día descubriesen que había encontrado la manera de romper el ciclo, y le obligasen de algún modo a que volviera a hacerlo.
Su padre le había dicho poco antes de desaparecer, que un milenio sobre la tierra era su parte en la condena de su raza. Que él era un eslabón importante e imprescindible de dicha condena, puesto que, los dioses les habían dicho que su condición no sería eterna, pero tampoco mentaban cuanto debería de pasar hasta que recuperasen una vez más su verdadera naturaleza.
Trecientos ochenta y un años vagando por la tierra. Alexander solo llevaba consigo un antiguo cuaderno en el cual hacía una pequeña marca por cada año vivido.
Seiscientos diecinueve años, era el tiempo que aun le quedaba, eso al menos, lo había dicho su padre.
Hasta entonces, mientras que los dioses le permitiesen saltarse las reglas de su propio juego, así viviría... es lo único que deseaba. Si es que aun se le otorgaba el derecho a desear algo como suyo...
Continuará.....
19 comentarios:
QUE INTENSO.. ME GUSTA.. MUY FUERTE, CRUEL, PERO REPRESENTE EL BIEN Y EL MAL... ME ERIZO LA PIEL.... FELICIDADESSSSS....
Una buena historia Karol. Y además continuará. Siempre me ha gustado mucho la mitología nórdica; estaré espectante de los progresos de este Fenrir y tu estupenda narrativa.
Ay mi Karol, que buen relato.
Me dio mucha pena Alexander, la desgarradora escena de tener que matar a su madre y como tiene que usar a las hembras y matarlas. Me fascinó el control que tiene sobre si mismo y el sufrimiento que va padeciendo a lo largo de este trocito que has compartido con nosotros y que te deja con muchisimas ganas de saber como continua.
Genial mi linda, sencillamente genial.
Besazos.
Mariola.
Me encnato me gusto mucho Karol como te lo dije en tu blog ame la historia y ojala la sigas.
Karol,felicidades por esta increible historia,la he leido dos veces,me encanta la mitologia nordica, la he estudiado mucho y de echo en mi historia de Eclipsada de mi blog introduje a Odin y los luchadores Berserker que eran seguidores de odin transformados en hombres lobos.Me ha encantado y sobretodo porque pones que seguira, estoy ansiosa de leer la continuación avisame cuando la tengas, un abrazo y suerte en el concurso.
Muchas gracias a tod@s por vuestras palabras:D
Me alegra muchísimo saber que os ha gustado...
kissess
Que fascinante tu relato, Karol.
Vaya la que lió la valquiria. Sin duda el amor te puede llevar a cometer verdaderas atrocidades, por lo menos en este caso fue así.
Terrible cuando él mata a su madre y como el cargo de conciencia le persigue.
Que bueno que lo vayas a continuar, así sabremos que fue de Alexander.
Besos mi chica.
~Ade~
Mi reina, mi princesa de fresa, la luz de mis ojos, gracias por hacer este relato, digno de las librerias mas selectas, para mi consurso, te adoro mi Karol, y mucha suerte cariño
que quiero mi Karol
besos
Ayy, mi Karol, el eterno dilema del bien mezclado tan íntimamente con el mal que ya no se distingue bien cuál es cuál.
Hummm, presiento otro de tus malos del que me enamoraré perdidamente sin remedio...
Besos, mi Reina :)
Exquisito, una historia fascinante, con una variedad de personajes muy interesante, tan bien narrado que no te pierdes en ellos ni en la historia mismas, como me ha pasado en la mayoria de relatos anteriores. Genial
Un saludo
Juanjo
Karol por fin puedo leer tu historia y dejame decirte que me ha gustado.
Los hombres lobo son otras de mis criaturas favoritas ademas de ser un genero poco explotado a diferencia de los vampiros u otros seres. Quise hacer un proyecto de hombres lobo en otro blog pero el trabajo me ha estado absorbiendo tanto tiempo que apenas y puedo mantener vivo mi blog de los inmortales, ademas de que estos dias ando con bloqueo creativo. Un besote mi niña y mucha suerte, apuesto que tu relato serà el ganador.
Muchas gracias a todos de corazón...
Juanjo, me sonrojaste;D es un honor tales recibir tales palabras... muchas gracias de corazón...
Mi Ire, te mereces eso y mucho más, toda mi alma es tuya, y lo sabes:D
Mi Ade, tu sí que eres lo más, gracias mi corazón:D
Laqua, enamorateeee!!¡¡ jjejej:D
Gracias mi Renzo:D Haberte conocido ha sido una de las tantas alegrías que me ha dado este concurso:D
Gracias a tod@s:D
Pues sencillamente un relato made in Karol. Con una redacción exquisita, una historia increible, bien fundamentada y argumentada. Y unos personajes inmaculados. Aunque ese personaje principal es de los que se te quedan, el bien y el mal personificados en una cruda batalla interior.
Karol eres la mejor!!
jope karol, gracias por robarme las pocas ilusiones que me quedaban, aunque siempre sera de buen agrado que ganes tu con tu estupendo relato, ninguna pega, perfecto.
Muchas gracias queridas Luz y Celiha:D
Me habéis emocionado, me alegra muchísimo saber que os ha gustado:D
kisses...
En este relato, titulado “CONDENA DE LUNA, EL GRAN LOBO”, su autora KAROL SCANDIU nos presenta una recreación del mítico y ancestral tema del hombre lobo, los licántropos, que ella interpreta de forma original recurriendo a los Fenrir, una especie a la que crea toda una cosmogonía, filosofía y antropología propias… una propuesta tan original, arriesgada y novedosa que superará, con creces, cualquier prejuicio que sobre los hombres lobos tengáis preconcebido por culpa del cine o de las novelas.
Insuperable, lo mejor de lo mejor, de todo lo que he leído y reseñado hasta ahora…
La reseña de este relato con foto y de todos los demás en:
http://homografiagay.blogspot.com/p/comic.html
Que bruja eres, Karol!! Cómo que "continuará"?? Me das ya la continuación de ésta historia o te armo piquete en el blog!!
Mucha suerte... aunque dudo que la necesites!! ;-)
Perfecto, estupendo, me encantó. Ya leí una vez un relato tuyo sobre lobos y creo recordar que dijiste que no te iba mucho el tema, pero niña es que tu bordas cada tema con el que te pongas. Me gustó mucho, mucho, pero te digo como Maga, si no lo continuas nos ponemos en huelga!!
Mucha suerte Karol!
Besos
oh mi karol!! el juego del bien y el mal, el amor y el dolor... y pa peor un "continuar´" ahhhh que cosas! ajajajajajaja
y que cosas me dio con esto de que lo primero que hacen al nacer es matar a sus madres humanas... aah! pensé en el parto! ajajaja horrores!
me encantó y es que todos tus relatos son de admirar!
un besote y suerte!!!:D
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