Jordi eres un artista.
Espero lo disfrutéis.
Tengo, con su permiso, el inmenso placer de postear uno de sus relatos aquí en mi casa, sé que os gustará.
Por supuesto decir que todo lo que escribe es ciencia ficción y recomendaros que lo leáis con mente abierta, empapándoos de él, es impresionante.
Muchas gracias Jordi por dejármelo poner aquí.
El ENLACE de su página web
Currículum caos
(Jordi, Proyecciones blog)
Lo que me dijeron es que esto hoy iba a ser un bufé libre, una orgía. Y llegando a la casa me encuentro con toda la sala de estar desordenada y sin un alma mientras alguien grita en el cuarto de baño. Al asomar la cabeza dentro, veo cómo Iñaki acuchilla a una niña en la bañera mientras Oscar la sujeta. Ella parece una chica de unos quince años, que no para de revolverse y llorar aun con varias cuchilladas en el estómago. Iñaki da un último tajo en su cuello, y me mira mientras la muchacha se apaga y deja de patalear;
- Vale, ya sé que esto no es lo que dijimos, pero se ha vuelto loca, tío.
Asiento con la cabeza, disconforme.
- Me dijiste que tenía como veinte años – digo -, y que venía con amigas. Y ahora resulta que está sola y ya no podemos hacer nada con ella…
Oscar se lava las manos, parece tan ofuscado como yo.
- Yo me voy – murmura -, está claro que con vosotros nunca se moja.
Oscar desaparece dando un portazo; Iñaki me dice que salga del lavabo y cierre la puerta, que quiere ducharse.
Mientras me pregunto cómo diablos va a ducharse en condiciones con toda la bañera pringosa de sangre y un cadáver, me siento en la sala de estar y pongo la televisión. La presentadora del telediario hoy tiene una expresión distinta, en lugar de la habitual cara de palo. Oigo un helicóptero que sobrevuela bajo por el barrio. Iñaki y yo vivimos en una zona residencial, de las típicas; cuanto más bonito y amplio sea tu jardín peor va a ser lo que piense la gente de ti. Oigo el agua de la ducha. Alguien llama al timbre. Ruido en el lavabo; Iñaki abre la puerta del baño y se asoma: me dice que no abra, que seguro que es Bea.
- Habrá visto luz desde fuera, tío.
- Es igual – dice. Cierra la puerta y luego se vuelve a oír la ducha. Llevar una vida de secretos normalmente supone un gran esfuerzo; te llevarías una gran decepción sobre la mayoría de gente si lo supieras todo sobre ellos, igual que si les oyeras hablar de ti cuando no estás delante. Es a eso a lo que llamamos discreción: hay masas interminables de hijos de puta en secreto. No tener toda la información es la clave.
El timbre no se vuelve a oír. La presentadora del telediario sigue haciendo muecas y gestos que nunca antes ha hecho. La puerta del lavabo se abre; Iñaki sale desnudo y se encamina hacia su habitación. Luego sale de ella con su sierra eléctrica y un par de maletas, y se vuelve a meter en el lavabo. Me levanto y busco un paquete de cigarrillos por toda la estancia. Oigo la sierra eléctrica, que se vuelve en un ruido borboteante cuando atraviesa alguna extremidad. La presentadora del telediario ha comenzado a reírse a carcajadas mientras hablaba de un asesino múltiple; de repente se ha levantado de su silla y se ha tirado al cuello del tío de los deportes justo antes de que cortaran la emisión. Cuando veo que han cortado a publicidad sigo buscando algún cigarrillo. Iñaki sale del cuarto de baño y deja las dos maletas en el salón.
- ¿Cuánto has tardado? – pregunto.
- Cuatro minutos.
- ¿Y lo has limpiado todo?
Cuando ya te acostumbras a tener que salir de un bache cada dos por tres, es posible que acabes cronometrando tu eficacia.
- Cortada y metida en las maletas – dice Iñaki -, y el baño reluciente. ¿Qué buscas?
- ¿Tienes tabaco?
- No, tendrás que sacar por ahí…
- Vale, pues vístete, nos vamos.
Iñaki se va a su habitación, a trastear en su armario.
- Por cierto – digo, levantando la voz -, ha caído la del telediario.
- ¿La rubia? – oigo.
- Se ha lanzado al cuello de tu amigo, el de los deportes. En directo.
Oigo las carcajadas de Iñaki, que luego dice:
- Genial.
Al día siguiente es domingo y despierto abotargado, sin ganas de despertar. A mi lado veo el cuerpo inerte de una chica. Está blanca y echada de espaldas, y parece mirar hacia el techo con la boca entreabierta. Echo un vistazo a mi alrededor y me cuesta saber si estoy en mi casa o en la de Iñaki; o quizá esté en la de la chica muerta. Me doy la vuelta y decido dormir un par de horas más.
Al despertar otra vez, algo más animado, observo con alivio que la casa debe ser de la chica. Así que no tengo que mancharme las manos: basta con salir de aquí sin que nadie me vea. Vive sola, así que pasarán semanas antes de que nadie descubra que se está pudriendo en la cama entre sus peluches. Antes todo esto me traumatizaba de verdad, y ahora casi me aburre. Es como poder hacer lo que quieres y comenzar a echar de menos las reglas, la moral, los horarios. Como esa gente que está tan dedicada a su trabajo que luego se desesperan al quinto día de vacaciones.
Llamo a Bea, a su móvil. Bea tiene diecinueve años, y el plan de Iñaki es que los tenga para siempre. Pero hace tanto que nos hemos acostumbrado al abuso, que será difícil dejarla atravesar el umbral antes de que muera. No me coge el teléfono. Ella es una de las pocas personas de las que no sospecho nada; es tan boba a todos los niveles que pasarse al otro lado haría maravillas con su carácter; se notaría enseguida su no muerte. Guardo mi móvil y decido esperar a que llame ella.
Antes todos éramos normales; íbamos tirando y el vicio sólo era algo de lo que se podía hablar hasta en una tertulia diurna televisiva: el sexo ocasional, el tabaco. Paridas. Antes todos confundíamos el aburrimiento con la felicidad, la rutina con la seguridad. Era esa época en la que cualquier pequeña recompensa venía a cambio de esfuerzos agotadores y hasta lágrimas. Era eso que aún tienen que aguantar muchos, esa humanidad de fichar todos los días y asentir a todas las órdenes. Lo que muchos denominan con poco convencimiento: Vivir.
El mundo dio un giro un 28 de Abril de hace diez años. El 28-A, como todo el mundo lo denomina ya, a las once y media de la noche, aparecieron unas luces en el cielo; como si las estrellas se hubiesen intensificado para intentar cegarnos. No se oía nada: sólo había un fulgor que resplandecía más que el sol, y que casi no te dejaba mirar hacia arriba. El fenómeno duró media hora, justo hasta las doce. Y a las doce, sin más, el fulgor desapareció.
El 29 de Abril todo el planeta hablaba sobre lo sucedido. Y justo tres días después, una chica de trece años, alumna ejemplar donde las hubiera, mordió a su profesora de literatura en el cuello sin que ninguno de sus compañeros fuera capaz de separarlas. Antes de que llegara un adulto, la profesora había muerto, y Dalia Lithberg, natural de Estocolmo, se convirtió en la primera de su especie. O más bien en la primera que trascendió a los medios, ya que éstos intentaron entrevistarla mientras sus padres hacían lo posible por averiguar de dónde procedía su nueva ira, esa ansia de sangre que acabó por hacer que la ataran a su cama, para acabar muriendo dos meses después durante la práctica de un exorcismo tramitado por la Iglesia.
Después de ese llamativo 28-A, unos nos convertimos en lo que se convirtió Dalia, y otros continuaron siendo sensibles y débiles, atribulados y manejables: Ganado.
Somos iguales, pero sin la carga emocional. No te afectan las cosas aunque sepas calibrar su gravedad; no envejeces, pero en realidad puedes morir igual que cualquier humano si tienes, por ejemplo, un accidente de tráfico. Sólo eres inmortal hasta que te equivoques. Dicho de otro modo, nuestra vida sí tiene valor, tiene un valor incalculable; ya que no sólo no tiene fecha de caducidad: además normalmente sabemos disfrutarla sí o sí. Ya seamos no muertos, vampiros, zombis o lo que sea, la mayoría disfrutamos de una vida que antes sólo era recoger para otros: responsabilidad, dignidad, amor, remordimientos, recuerdos… Todas esas cosas que la gente considera la salsa de la vida, pero que nosotros raramente echamos de menos por mucho que ellos hayan acuñado en contra nuestra un nuevo movimiento de xenofobia aceptada. Hasta se les puede comprender. Ahora sí hay un mamífero que marca la diferencia. El ser humano (el de siempre, cruel e hipócrita), contra todo pronostico, ha bajado una posición en la cadena alimenticia.
Nuestra política no es la de matar de forma arbitraria. Hace una semana vimos a la chica del telediario en una discoteca. Iñaki consiguió hacer migas con ella. Entraron juntos en el lavabo, y para cuando salieron ella ya era como nosotros. El truco está en no dejar marcas delatoras en el cuello de la gente; basta con morder en otra zona que tape la ropa, normalmente el estómago o una cadera. Lo que sucede es que si no dejas de drenar sangre a tiempo, en fin, haces que suba la tasa de mortalidad. Normalmente actuamos y planeamos las conversiones en pareja: yo siempre voy con Iñaki, y las victimas suelen ser, por regla general, mujeres; esas chicas guapas que te encuentras a veces que tienen mucho atractivo erótico, pero encefalograma plano a partir del minuto dos de conversación. La gota de maldad suma puntos al carácter, afila la creatividad y convierte a una mojigata en alguien interesante.
Algunos consideraron que aquel fenómeno fue una luz extraterrestre. Otros, evidentemente, que era Dios, dándonos alguna de sus extrañas lecciones. Pero la mayoría lo que hicimos fue aceptar nuestra nueva condición, y de haber sido convertidos, nos comenzamos a sentir extrañamente mejor, como si hubiéramos soltado lastre y pudiéramos comenzar a disfrutar de verdad de nuestra existencia.
Otro detalle es que las noches se comenzaron a alargar, cada día más y más. Hoy por hoy quedan unas dos horas de luz diaria, y en según qué zonas del mundo ya no hay luz del sol. Alguna gente busca desesperada alguien en quien poder confiar para convertirse. Las estadísticas dicen que el setenta por ciento de los encuentros entre alguien como yo y un ser humano corriente, acaba en muerte mortal. Si tu amigo de toda la vida se convierte, ya no es el mismo; te conoce y sabe tu nombre, pero para él eres más carne fresca que otra cosa. La comida sigue sabiéndonos igual, y nuestro proceso digestivo es el mismo; lo que ahora pasa con la sangre es lo que a los alcohólicos les pasa con la bebida, ya no se trata de apagar la sed o el hambre.
El cambio que noto en mí, sin embargo, es que se me comienza a despertar algo, sensaciones de antes de la luz. Algo preocupante. Culpabilidad mortal, el aburrimiento y la desidia de antes del suicidio.
Bea me llama dos días después y me dice que si vamos a hacer algo, tomar un café o dar una vuelta, algo habitual, mortal. Y le digo que si quiere quedamos, pero que Iñaki no puede venir. Iñaki ha conseguido quedar con dos gemelas asiáticas en su casa, una de sus fantasías. Hay gente a la que le gusta el riesgo de poder morir después del sexo. Ahora el sadomasoquismo ha ido un poco más allá; el no mortal no se preocupa por ti durante el coito, lo cual a muchos humanos corrientes les pone sobre manera. Pero lo que le digo a Bea es que Iñaki está con sus primos en Paris, con sus tíos franceses. Quedar con ella me vendrá bien, mi crisis de identidad no mortal podría intensificarse o desaparecer del todo. Necesito que pase algo ya, definir totalmente mi ideología moral.
Mientras me dirijo al punto de encuentro, le doy vueltas a mi situación. La vida no va como debería ir; ahora no debería estar pensando, es así de simple. Si careces de emociones no puedes deprimirte. Me pregunto cuánta gente no mortal andará por ahí como yo, saciándose y viviendo mientras un cosquilleo humano renace en sus estómagos en forma de preguntas ancladas en la frontera de lo humano y lo no mortal.
Muchos piensan que la luz del 28-A fue la respuesta al currículum histórico, como si alguien omnipresente que lleva aquí desde el principio nos hubiera dado las herramientas para matarnos los unos a los otros de una vez por todas. “Queríais poder, pues aquí lo tenéis: acabad con esto de una vez”. Los no humanos tenemos diez veces más fuerza; y no conocemos historias sobre agotamiento, sudor, redención o viagra. Ningún convertido ha tenido jamás algo como un gatillazo. Así que eso nos coloca en un lugar privilegiado, pero no sin trampas: el poder normalmente da paso al sadismo. Y el ingrediente que acaba por convertirnos en monstruos es la adicción a la sangre, aunque no la necesitemos dietéticamente hablando.
Llego a la cafetería apartada en la que he quedado con Bea. Es de noche, como desde hace veinte horas, y el lugar está casi vació. Bea no está. Hay una chica pelirroja sola y dos tipos con mono azul comiéndose unos bocadillos. En la entrada hay un cartel que prohíbe la entrada a No muertos, pero los dueños nunca saben identificarnos; nos deben imaginar con la cara pálida y el cuello de la camisa manchado de sangre. Mires donde mires denotas artificialidad en el ambiente, montañas cortadas y bosques reconvertidos en muebles y libros; el filtro de ambición que apenas nos deja ver las estrellas. Los recursos naturales son nuestros, desde el momento en que llegamos con nuestro aliento apestando a tabaco y nuestras horas extra de oficinista, para imponer nuestra naturaleza: La muerte patrocinada del aire puro.
La chica pelirroja hace un gesto con la mano y pronuncia mi nombre entre interrogantes. Le digo que sí, que soy yo.
- Bea me dijo que vendrías aquí… ¿Puedo sentarme contigo?
Bea es de esas chicas que presume de haber formado parejas entre sus amigos; tiene como hobby la creencia de que sabe lo que necesitas; y aunque no actúa de mala fe, uno no puede pensarse la versión 2.0 de Dios.
Una vez sé que Bea no va a venir, la pelirroja comienza a hablar conmigo. Comienza a caerme bien mientras mi odio natural por la injusticia renace en mis entrañas con la misma intensidad que lo hacía antes de la luz. Mi yo humano y débil comienza a ganarle terreno al ser frío y desprovisto de carencias. Y sin embargo, mientras mis emociones resurgen como no lo habían hecho desde hace diez años, no puedo parar de pensar en hincarle el diente a algún bebé hasta hacer que pare de llorar.
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Y para terminar, le quiero agradecer a Jordi su aportación y regalo, con estas tres imágenes que sé con seguridad que le van ha gustar. La primera, “La clásica” porque no podía faltar, en segundo lugar, “La sofisticada” sé que te gustará y por último el plato fuerte, una muy “Especial” que la disfrutes
Un beso Jordi
Y para mis lectores, no olvidéis que si os quedasteis con ganas de más, que sé que así es, aquí le podéis encontrar.
Proyecciones Blog
5 comentarios:
Querida Irene...Cuanto tiempo sin saber de ti...Mira de este relato para no entrar en ninguna polémica...Me reservo el comentario...Yo quizás he nacido en la generación de los tontos e imbéciles hombres que vamos por el mundo pregonando el amor la bondad y el respeto a tus semejantes y sobre todo a las mujeres a las cuales considero Diosas...No por su belleza y si por su abnegación y fortaleza espiritual.
Mira Irene no me lo puedo guardar...Lo siento si quieres no publiques mi comentario.
Pero este relato que has publicado hoy para mi…Es una clara incitación a la violencia y además sobre las mujeres...Me repugna y casi he vomitado leyéndolo...Lo siento pero así lo pienso y así lo escribo...
Mira Irene yo llegaba a tú casita tan contento a decirte guapa y alegrarte con mis humildes palabras y quizás te he dado el día...Pero si me callo me sentiría todo el día muy mal.
Que tengas un dulce día lleno de amor...Que Dios os bendiga a ti y a tú amigo.
Este hombre es un salvaje muy talentoso. Me divierte y mucho, y algunas veces consigue algo improbable, hacerme pensar un poco sobre todo.
Y eso no es poco.
Buena recomendación, excelente.
Un abrazo, Irene.
La indiferencia no tiene cabida cuando una lee sus letras.
Te hice caso en lo referente a la mente abierta y quizá por eso me gustó mucho lo que leí, aunque la violencia está a la orden del día me pareció interesante el punto de vista que plasmó, porque los vampiros se han vuelto legales en las novelas que solemos leer, cuando en la realidad serían como los muestra Jordi.
Me gustó tu idea de subir este relato y así poder conocerle.
Besos Irenilla.
~Ade~
este Jordi es un genio, ya conocía su blog y soy seguidora, pero está bien que mas gente pueda disfrutar de sus textos.
Me encanto la verdad escribe muy bien y tiene un suspenso y una manejos de las imagenes genial. Un excelente autori. mi irene te extrañado te mando un beso y te me cuidas
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