Niña buena, niña errada
Una vez, una niña que en su inocencia pensó que las personas
buenas siempre conseguían cosas buenas, empezó a vivir conforme sus padres le
habían educado. Todos los días rememoraba aquella frase de su progenitor: Los
buenos viven peor, los malos consiguen lo que quieren, pero el tiempo pone a
todo el mundo en su lugar; y los buenos viven con la conciencia tranquila
mientras los malos mueren en solitario.
Nuestra protagonista, la niña, hizo caso a su papá, intentó
ayudar a todo el mundo sin esperar nada a cambio, intentó dar cuanto poseía al
resto de gente, a sus familiares, a sus amigos, a todo aquel que se acercara mínimamente.
Con el tiempo, aquellas personas en las que había confiado la engañaron, abandonándola,
aprovechándose de ella y lo peor de todo, la acusaron injustamente de su
comportamiento, alegando que nadie podía ser como ella si no era para conseguir
algo a cambio.
La niña creció, dejó de ser infante para convertirse en una mujer
desilusionada, en alguien que había dejado de confiar en el buen hacer de los
demás. La niña ahora mujer comprendió que era tarde para cambiar, había
fracasado en su camino y tendría que asumir las consecuencias de haberse dado
demasiadas veces. La niña grande se perdió en su mundo, cayó en el agujero más
frío y oscuro que la vida ofrece, y allí metida, contempló pasar el tiempo con
ojos vidriosos, esperando una mano, una palabra, una señal que le indicara lo
qué hacer. Estaba perdida, cansada, estaba llena de dudas.
La mano, palabra y señal no llegaron nunca, nadie pasó por su
lado para ayudar a la anciana en la que se había convertido.
Al morir, la niña anciana pensó que obtendría la respuesta que tanto
había esperado, por fin sabría lo que había fallado o qué tendría que haber
cambiado para que las cosas funcionaran.
La nada lo envolvió todo, la muerte no trajo las respuestas
que esperaba, solo la terrible sensación de malgastar una vida preocupada, obcecada
en el error de que el fallo había sido suyo.
Aún así, la niña estaba satisfecha, se sentía fuerte y
victoriosa de no haber cambiado, de no haberse convertido en alguien diferente,
alguien malo. Su padre estaría orgulloso de ella, porque aún viviendo una vida
de dudas, penurias y heridas, ella fue fiel a sí misma en todo momento. La niña,
mujer, anciana y muerta, volvería a nacer algún día, pero eso, ya es otra
historia.
6 comentarios:
Una rebelde en un mundo más bien sucio. Ser bueno hoy es ser rebelde. Ah, y ese final que desmonta las líneas del tiempo en nada, en tres líenas me ha gustado mucho.
Saludos.
Millones de gracias Igor, siempre es un placer verte por aquí ^^
La bondad es algo que las malas personas no comprenden, ni para sí mismos, ni para el resto del mundo... rebeldía en estado puro :P
Besotes!!!
Muy, muy bueno Irene, como siempre me encanta peor es que además esconde verdades muy duras y reflexiones que muchos deberían tener. Gracias guapa ;) besos
Pobre niña buena! Yo sí creería que se puede dar sin esperar nada a cambio; quizás estaba sola rodeada de tiburones y ese fue su pecado...
El tono triste y desengañado que guarda esta historia va muy de acorde a los días que corren, pero confío en que el mundo siga guardando sorpresas en forma de buena gente. Sé que existen, las he visto y me ha encantado conocerlas por esa paz que rezuman incluso en una simple sonrisa.
Un besazo rubita! Espero verte pronto!
Un texto precioso y muy bonito, y que me ha llegado, vaya que si...
Esa gente buena existe, por que conozco a más de una personita asi... y sin ellos, nuestra vida seria muy poca cosa en realidad.
Un besazo, guapetona, y sonrie siempre ^^
Nunca he creído en las vidas circulares de las que se logra aprehender algo, para mi la vida es una línea, medio recta, medio curva, cuyo final es un simple abismo, ninguna línea avisa de su final.
Esa historia se parece, y mucho, a la última que subí.. es extraño como a veces nos ponemos de acuerdo :)
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