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sábado, 8 de mayo de 2010
Capitulo 8 Y en la otra vida
Capitulo 8
Vidas unidas
El tiempo se escapaba de entre mis dedos, solo faltaba una hora para tener que dejar a la culpable de mi felicidad, en su casa.
Con dificultad nos separamos para poder volver a respirar con calma, de nuestros enérgicos besos y nuestras celosas caricias.
Volvimos caminando hacia la parada de autobús, intentando no pensar en las horas que pasaría sin verla, e imaginando que el día siguiente tuviese una aparición temprana.
Ya nos encontrábamos en la que me dijo era su calle, un residencial de chalets a todo lujo, que opuesto se veía a la ubicación de mi residencia. Paramos frente a una casa, su casa, de paredes color crema con asombrosos ventanales y detalles pulcros en su forma.
Mis ojos no querían mirar más de lo necesario, ese recordatorio que era no poder ofrecerle nada más de lo que ella ya tenía. Venir de una familia humilde nunca me había importado, pero en estos momentos, envidiaba a cualquiera que se acercara a ese mundo desconocido, de los acaudalados y ricos que serian seguro amistades de sus padres.
Supongo que mi cara reflejo mi nerviosismo y como si pudiera leer mi mente, me dijo,
_ Esta casa es demasiado grande para una familia tan pequeña, mis padres no lo pensaron cuando la tuvimos que alquilar. Pero bueno solo es un sitio donde dormir ¿no?
Pobre mi niña, intentaba consolar mi alma torturada, haciéndome creer que la casa no era nada del otro mundo, que lo material para ella no tenia importancia, y claro que no lo tenia, ahora, hasta que le faltara.
La bese en la mejilla como despedida, y profundamente dolorido ante ese gesto de final, me di la vuelta y camine cabizbajo por la acera. Al volver la esquina, totalmente torturado por la escasa distancia que ya había creado entre nosotros, me decidí en volver la cara y mirar como había pasado ya a casa, pero no era así, todavía me miraba y sonreía de satisfacción al hacerlo, dándome la energía que necesitaba, para aguantar la tortura de su ausencia durante una sola noche, una sola noche, me gritaba interiormente.
Los días pasaban rápidos, dicen que cuando eres feliz el tiempo tiende a comportarse como un estupido indulgente y corre a mayor velocidad quitándote todo a su paso, pero no me importaba, estar cerca de ella era el sustento que tanto necesitaba mi ser.
Después de dos meses juntos, todo era aun mejor, ya los compañeros no nos miraban como lelos, éramos parte del decorado del instituto, una parte conjunta, donde todo era igual para ambos, las mismas clases, los mismos pupitres, los mismos sitios, las mismas horas, todo, todo era perfecto. Las tardes las pasábamos en nuestro lugar secreto, nuestra ladera, perdida del estorbo del resto de la humanidad, los días que no hacia bueno o simplemente no queríamos ir tan lejos, nos conformábamos con estar en mi casa, pero tenia el inconveniente, de que mi madre llegaba antes de que Sam tuviera que irse y eso recortaba nuestro tiempo juntos. Ya se conocían claro, pero evitaba que hubiese un exceso de contacto entre ellas, pues hasta esa efímera ausencia me perforaba el alma. Muy absorbente, lo se, muy egoísta y avaricioso, pero no lo podía remediar. El único consuelo era que ella usaba el mismo baremo hacia mí.
Me encontraba como en familia hablando con su hermano menor, era una personilla curiosa, su mente trabajaba muy diferente a lo establecido, a primera vista parecía un crío desordenado y ausente, pensando siempre en las nubes, con la vista perdida. Pero conforme le conocías te podías dar cuenta de cómo un corazón rebosante de bondad le ocupaba todo el pecho, era tan dulce y tierno su modo de ver las cosas, que te contagiaba ese sentimiento rápido. Ayudaba mucho también que desprendiera con talento el amor a su hermana, y así compartíamos una cosa en común.
Pasaba ratos con nosotros, pero enseguida se cansaba de nuestras miradas enamoradas y nuestros roces esporádicos, y se marchaba de nuestro lado para unirse a algún grupo de chicos.
Algunas tardes nos acompañaba al cine o al parque, pero dejo de hacerlo tan a menudo al comprobar, que no le prestábamos toda la atención que el pretendía, y es que el pretendía mucha.
Todo a mí alrededor era maravilloso y parecía que mi vida no podía estar más plena.
Le mostré a mi amada, mi pasión por la música y como me manejaba con la guitarra, incluso la compuse unas canciones, pero al enseñárselas la hice llorar y me golpee mentalmente por ello. Su reacción me sobrecogió, para después explicarme que la habían emocionado y que lloraba de alegría. Hubo una cosa que no pude comprender de aquel día, mis composiciones eran una invención de mi mente, por supuesto nunca oídas, ni siquiera me gustaba incentivarme e inspirarme en ningún otro músico, yo solo sacaba de mi cabeza las notas para luego darles vida. Pero ella al escuchar una de esas canciones, la que más me había gustado y la que más me recordaba a ella, me dijo que ya la había oído, con lágrimas en los ojos y mirada de nostalgia. La corregí, diciendo que era imposible, nunca antes la había tocado ni yo ni otra persona. Después de una corta discusión al respecto, decidimos dejarlo correr.
Era nuestro aniversario, habían pasado tres meses, desde la primera vez que la vi entrar por la puerta del aula de matemáticas, en la clase del profesor Clifford, momento que todo lo que hasta entonces conocía cambio, y ella lleno las lagunas de mi soledad.
Ese día la compre un broche de plata, era sencillo pero muy bonito, ya le había visto en el escaparate de la tienda en varias ocasiones, pero no sabia que momento usar para dárselo, y además tenia que gastarme parte de los escasos ahorros de los que disponía.
Estaba nervioso por su reacción, quizás no le gustase mi regalo, no era muy ostentoso y tampoco muy caro, comparado con las glamorosas joyas de su madre.
Pero el cuerpo se me helo, al verla aparecer por la esquina del instituto esa mañana, tenia la cara descompuesta, de un color mas tirando al verde que a otra cosa, ¿quizás estaba enferma?, no pude mas que echarme a correr hacia ella, para comprobar su estado mas cerca.
Al ponerme frente a Sam, cambio el gesto rápidamente, simulando encontrarse bien, aunque sus ojos gritaban lo contrario.
_ ¿Qué te pasa amor?_ dije ahogando un grito
_ ¡ooh!.... Nada…. Nada de verdad, estoy bien
Pero eso no era lo que parecia, y la conocia tan bien que sabia a la perfeccion cuando me estaba ocultando algo.
_ Sabes que puedes contarme lo que quieras, si es que estas enferma, debemos ir al……
Pero ella me cortó rápidamente e intentando parecer casual, me dijo,
_ No, en serio, estoy bien…. Es solo que….. Bueno solo es que he discutido un poco con mi madre, pero no ha sido nada, peleas familiares. No te preocupes ha sido algo sin importancia. Además no he podido desayunar y creo que estoy un poco mareada por la falta de azúcar._
Sus palabras no sonaban del todo sinceras, pero tampoco podía saber si mentía. Decidí dejarlo correr por el momento, la sentía incomoda, hablando de intimidades delante de todo el alumnado. Agarre su mano para infundirla seguridad en mi, y me adentre en el edificio, llegando con facilidad a la cafetería. A primera hora de la mañana estaba cerrada, puesto que el horario empezaba en el descanso, pero al lado de la puerta de entrada había una maquina dispensadora de botes y sándwiches. Saque unas monedas del bolsillo trasero de mi pantalón y pulse las teclas.
Después de comer y beber todo lo que la había comprado, nos dirigimos a clase, y esta ya había empezado.
_ Sentimos llegar tarde profesor, pero es que Sam no se encontraba bien._ no solo lo dije para que nos disculpara el retraso, sino anticipando la retirada, si no veía que ella se sintiera mejor, no iba a soportar que pasara un mal rato solo por no hacer novillos.
La clase paso rápido, y las siguientes también, Sam parecía estar bien, quizás si que solo era falta de nutrición. Nos encaminamos hasta el banco del patio que ya nos pertenecía y empecé con cautela a sacar la conversación.
_ ¿De que fue lo que discutisteis, tu madre y tú?
Ella titubeo un instante, pero pude ver que no la hacia gracia contestar mi pregunta. Quizás era algo que no me incumbía, pero es que cualquier cosa que a ella la afectara tanto, era para mí un motivo de preocupación.
_ Ya te dije, no fue nada, cosas de madre e hija…. Cosas… femeninas.
Esa respuesta no la podía rebatir, ¿Qué la iba a preguntar? ¿Que cosas femeninas?
Me sorprendió mucho su forma de hablarme una vez que salimos del instituto. Yo pensaba que pasaríamos la tarde juntos como siempre, pero ella me dijo que tenía que hacer algunas cosas en casa y que en vez de quedarse hasta tarde conmigo, solo estaría hasta las cinco. Bueno eso acortaba mucho el tiempo del que disponía, pero tampoco quería ser demasiado posesivo ¿no?
Por la falta de tiempo, dimos un corto paseo por el parque más cercano a la parada del autobús. Al despedirse de mi, me dijo,
_ Mike, mañana sábado me gustaría que no hicieras planes, tengo una sorpresa que darte. Por la mañana iremos a un sitio especial. Recógeme en casa a la doce ¿quieres?
_ ¿He de ponerme elegante, o algo así?.
_ No, puedes ir como quieras, así mismo estas imponente Señor Meeden.
Rozo mis labios con la yema de su dedo índice y mi bajo vientre se convulsiono. Era tan fácil dejarme llevar por mi amada, que no pude resistir posar mis labios contra los suyos y estrecharla contra mi pecho, hasta que ella soltó un pequeño gemido al notar la proximidad de mi placer.
Todavía no habíamos dado el paso, la respetaba mucho y no quería que pensara que solo estaba con ella por su escultural cuerpo, aunque era una buena cualidad, pero el amor por su persona era mucho más fuerte, y esperaría hasta que ella me lo pidiese.
Tuvimos que separarnos, puesto que el autobús ya tomaba su marcha.
Al día siguiente la fui a buscar a casa, cuando abrió la puerta me impresiono su aspecto, sublime podría decir, su monumental cuerpo estaba envuelto en un vestido que dejaba muy poco a la imaginación, la tela no sabría decir si era raso o no, se resbalaba por sus caderas y se pegaba abruptamente en sus pechos y vientre. Pero no fue nada, hasta que poniendo una de mis manos en su hombro, introduciendo un dedo debajo del tirante, se le endurecieron los pezones y estos calaron la fina tela azul. Mi autocontrol no era muy abundante en ese momento y tuve que apartar la vista para que no notara la excitación de mi mirada.
_ Me alegra que hayas sido puntual. Siento haberte mentido, no iremos a ningún sitio, hoy nos quedaremos en mi casa. Mis padres han salido temprano para todo el día con mi hermano y no volverán hasta altas horas de la madrugada. Un viaje de unos quinientos kilómetros más o menos.
Sus palabras me confundían, mis manos, mi mente y todo mi ser, no aguantarían todo un día a su lado, sintiéndola tan cerca sin hacerla mía por completo, y menos con aquel vestido tan poco apropiado, poco apropiado para salvaguardar su virginidad y mi aguante.
Pero en poco tiempo me di cuenta que esa cita, esa soledad, ese arrebatador vestido, tenían proyectos propios y la conmoción vino a mí. ¿Seria verdad lo que estaba fraguando mi mente? ¿Querría ella que este fuese el día?
Si solo era mi imaginación, me estaba jugando una muy mala pasada.
Mis sospechas se acentuaron por completo, cuando me llevo de la mano al sillón de la gran sala de estar. Aquel sillón era un tercio más grande que mi cama. Se inclino hacia mí y en un susurro en mi oído me dijo,
_ Ya va siendo hora que tu y yo demos el siguiente paso ¿no crees?
No pude contestar, mi garganta estaba inflamada, me dolían intensamente los músculos al tenerlo todo contraídos por el deseo, y sin dejarla ver mis dudas, la empecé a besar el cuello y los hombros. Sus labios buscaron los míos y pronto todo empezó a volverse del tono mas oscuro que había visto, nublando mi consciencia.
Cuando nuestras respiraciones parecían no poder ir más deprisa, la aposte entre mis brazos y alzándola en el aire la subí las escaleras, hasta llevarla a donde sabía se encontraba su dormitorio, dejándola suavemente en la enorme cama.
La ropa de ambos no fue un estorbo, despacio cayo al suelo, dejándonos expuestos, mientras yo miraba la silueta más exquisita que jamás hubiera imaginado. En efecto la ropa no la hacia justicia. Nada más bello que su cuerpo desnudo podría existir en la tierra.
Nos besamos, lamimos, chupamos y acariciamos, durante todo el proceso. Nuestros cuerpos encajaban a la perfección como si pertenecieran el uno al otro, como si los hubiesen creado juntos, para luego cortar entre ellos, y ahora ya estaban las dos mitades de nuevo unidas.
La pasión que emanaba de nuestro contacto no ceso, explotando en millones de pedazos y estas en millones de veces, en millones de segundos, hasta que el aturdimiento y el cansancio nos hicieron mella. Mi hermosa Sam había pensado en todo, desde la protección que en este momento tan necesaria era, hasta el sustento que necesitaríamos después.
Bajo hasta la cocina y reapareció con una bandeja de suculenta comida, que consumimos en la cama, para acompañarla con el postre mas delicioso.
No me cansaría nunca de esto, su proximidad, su cuerpo, sus movimientos, sus gemidos de placer, la razón de mi existir me regalaba en innumerables veces la explosión que mi cuerpo pedía.
Pasaron las horas y el día mas feliz de toda mi vida llegaba a su fin. Como separarme de ella después de esto, una noche en mi solitaria cama, me parecería el mismísimo infierno, al no sentirla cerca de mi, dentro de mi y yo dentro de ella.
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Espero que la espera haya valido la pena, el capitulo me salio bien largo, y emocionante, pero os voy a adelantar un detalle del proximo, para que veais que no soy tan mala.
El titulo del siguiente capitulo es: "El accidente"
Espero haber despertado vuestra curiosidad
Un beso a todos mis lectores y comenten por favor que les parece mi forma de contar las cosas.
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2 comentarios:
I N C R E Í B L E .... Ha sido... maravilloso Irene. Hermoso, seductor... perfecto;D
Muy apasionado, Irene... pero cómo que el próximo se llama "el accidente"... Eso puede significar varias cosas... Dios!!! Y yo no tengo como virtud la paciencia como para esperar mucho más que dos segundos para averiguarlo, así que Besitos, que me voy a leerlo!!!
Bri
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